Muchas pueden ser las dudas que a todos nos vienen a la cabeza cuando pensamos en nuestro futuro, en nuestra profesión. La primera vez que yo me di cuenta de que lo que me apasionaba y deseaba era estudiar química fue en 2E.S.O.(Educación Secundaria Obligatoria) y gracias a un profesor estupendo, la verdad. De esto hace unos 8 años y desde luego podría haber decidido a cursar un ciclo formativo de hostelería, porque el tema me interesaba, o repostería, que también. Pero entre tantas elecciones yo escogí la química, esto es en 4 E.S.O… justo al acabar no quería hacer bachillerato, que serían los estudios preuniversitarios por excelencia, así que decidí hacer formación profesional, la idea era poder trabajar de lo que me gustaba, así que ya me venía bien. Pasados los años de grado medio y superior de formación profesional me adentré en la universidad a estudiar lo que más me fascina, la química.
Así empezó todo.

Pues sí, con una electrólisis, por lo menos este es mi primer recuerdo en el que literalmente se me encendió la bombilla. Aquello me gustaba, no sé si era por los colores, las burbujitas o el pestazo a cloro pero era lo mío.
En la imagen que os dejo veréis este experimento que he querido recrear para que se pueda visualizar. Por allá cuando aún cursaba la E.S.O., mis recursos eran escasos pero mi curiosidad y mis ganas de hacer cosas eran inmensas… Entonces me decidí, ¡voy a hacer pasar electricidad a una disolución de agua y sal! y desde luego lo hice. Usé exactamente una cubeta de plástico, una pila de petaca, unos cables pelados y agua salada para hacer mi primer experimento, la electrólisis. Yo ya tenía claro que la sal común NaCl es un producto iónico, por tanto soluble, con elevado punto de fusión, etc… Así que lo difícil iba a ser fundirlo, pues bueno vamos a disolverlo en agua, ya que como sabréis el NaCl no conduce la electricidad en estado sólido, era necesario disolverlo.
Leyendo pude encontrar que se obtenían hidróxido de sodio(sosa cáustica), cloro gas, hidrógeno y oxígeno. ¡Qué curioso! Agua, sal y unos pocos voltios eran suficientes para obtener hasta cuatro productos de interés químico.
Lástima que luego vinieron las sorpresas…
Un precipitado de color amarillo, ¿qué será eso? no tenía ni idea, pero lo que más me gusta de la química es que ni teniendo los conocimientos que ya he ido adquiriendo seria capaz de decir con claridad que narices era eso.


En la segunda imagen al lado del vaso donde recogí la muestra puede apreciarse un tubo de ensayo en el que hice el test del amoníaco para el cobre. Donde el Cu(OH)2 formado al añadir amoníaco, en exceso del mismo amoníaco se redisuelve el precipitado dando lugar a una coloración azul eléctrico. Se ha formado un complejo, una amina de cobre.
Hoy tengo herramientas para curiosear, tengo ideas de química analítica que me permiten de manera sencilla diferenciar entre los posibles iones que tengo en ese precipitado. Pero entonces no, y esa curiosidad ante la incertidumbre y el problema de no obtener los productos (cloro, sosa, oxígeno e hidrógeno) en estado puro, hizo que aún me interesara más sobre técnicas de concentración de productos.
Y definitivamente:
Después de sentir curiosidad en el instituto, hacer cuatro tonterías experimentando con lo que tenía a mano, así fue como me interesé realmente por la química. Algunos compañeros míos han soñado alguna vez con ser grandes futbolistas, otros con ganar mucho dinero, y yo lo tenía muy claro. Quería seguir experimentando esa curiosidad al encontrarme delante de un mineral raro que identificar, quería saber por qué los ríos pueden contaminarse, quería conocer el impacto ambiental de una industria química y además quería sentir ese “gustirrinin” de seguir aprendiendo, de conocer cosas nuevas.
¿La mejor elección?
Pues que cada uno estudie lo que más le guste, para ser competentes en cualquier profesión hacen falta dedicarle muchas horas y ponerle ganas, para eso no hay nada como disfrutar con algo. Por otro lado física, química y mates, los tres bloques sobre los que se sostiene la investigación química. Si estas tres asignaturas te gustan y quieres conocer el mundo natural, las maneras de sintetizar un compuesto nuevo, de conocer los átomos, esta es tu carrera, la química.
Caminos hay muchos, pero si algo te interesa y te hace ser feliz está claro que podrás dedicarle más horas y así ser más competente en tu ámbito. Quizás sea esta, la combinación entre interés, felicidad y esfuerzo la que te lleve al éxito al escoger tu carrera.
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